MANUEL PROTARIO PIERDE SU SUERTE
Hace ya tiempo se habló en este blog de
los repartos de suertes que se realizaban en la villa entre los vecinos. (Si quieren recordarlo, sólo tendrán
que pinchar aquí). Cierto es que ya hablamos de que el reparto de suertes tenía
una serie de características y condiciones que se debían cumplir. El problema
es que no siempre era así. Este es el caso que vamos a ver hoy: un vecino que
perdió su suerte. El vecino afectado, en este caso, es Manuel Protario.
Nos encontramos como en un acta fechada
el 18 de diciembre de 1767 aparecen una serie de vecinos a los que se les da
alguna suerte nueva porque se realizó algún agravio con ellos en la hora del
reparto. Es aquí cuando conocemos que a Manuel Protario se le ha quitado su suerte y esta se va a
repartir entre otros vecinos con los que se cometió un agravio en el reparto
inicial.
“las
suertes del número diez que estaba adjudicada a Manuel Protario Acebedo, por
haberse este ido de la Villa y haberse hecho vecino de la de El Casar. Manda la
Real Facultad, se distribuya este terrazgo entre los vecinos. Se repartió para
satisfacer el agravio que se les considera en sus suertes a Manuel Matellano,
Manuel Delgado Pandilla, Manuel Valdeavero y María Martín” [i]
Por este texto apreciamos como se le ha
quitado la suerte por dejar de ser vecino de Valdetorres y haberse hecho vecino
de El Casar. Como sabemos por el texto anterior, las suertes sólo se repartían
entre los vecinos, por lo tanto, al dejar de serlo de Valdetorres y haberse ido
a residir a El Casar, perdía su derecho sobre su suerte. Ese pedazo de tierra
no quedaba en el olvido, dado que se repartió entre cuatro vecinos con los que
se consideraba que se había hecho agravio en el primer reparto.
La pérdida de una suerte, podía ser un
mal para una familia, porque si esa tierra quizá no tendrían otro lugar de donde obtener ciertos
beneficios. Eso hace que cuando Manuel Protario se entera de ello, reclamó lo
que inicialmente era suyo. Su
petición no tiene fecha, pero lo hemos encontrado archivado junto a las actas
de 1768. Así que, como el Concejo le quitó su suerte en diciembre de 1767, es
lógico pensar que su escrito sea de ese mismo mes o de los primeros meses de 1678.
Estas son las primeras palabras de
Manuel Protario:
“ Manuel
Protario Acebedo, vecino de esta Villa, ante Vuestras Mercedes, como mejor
proceda y haya lugar en derecho, parezco y digo que en el año antecedente (se
refiere a 1767) se hizo repartimiento del terrazgo de los
Retamales de Galga que confina con el término de Talamanca, o viñas
particulares de ella, para que los vecinos de esta villa plantasen viñas en la
suerte que les tocase según el repartimiento que se ejecutó con acuerdo de este
Concejo. A mi, como uno de sus vecinos se me dio y repartió en el Retamal de
Galga un pedazo de tierra en el número diez que será de cómo una fanega más o
menos, la que admití y fui a tomar posesión extrajudicial de ella como lo han
hecho los demás vecinos” [ii]
Hasta ahí, vemos que todo lo que cuenta
el que fue propietario de la suerte era lo normal. Cuando se adjudicaba una
suerte a cada vecino, estos tenían que admitirla y comprometerse a plantar las
vides y hacerse cargo de explotar el pedazo de tierra. De hecho, sabemos que si a alguien le
había tocado en suerte un trozo de tierra y no la quería, podía rechazarla y no
hacerse cargo de ella. Todo este proceso se hacía colgando una cédula en la
esquina de la Iglesia y se daba un plazo para que la rechazaran.
En todas las actas que hemos leído,
ningún vecino rechazó a ella, pero sí que hemos encontrado actas en que los
vecinos se quejan porque son malos momentos, ya sean económicos o de malas
cosechas, y no pueden hacer frente a ellas. Un ejemplo de ello lo podemos ver
en la petición que hace Manuel de la Plaza, que tenía adquiridas dos tierras,
una por debajo de Silillos de dieciséis fanegas de trigo y otra en las suertes,
de ocho fanegas:
“me
corresponde pagar por ellas doce fanegas de trigo, y siendo así, me es
imposible el satisfacerlas por lo malo que están los sembrados de las dichas
dos tierras, pues la de por debajo de Silillos sólo se podrá recoger como una
fanega de tierra, poco más o menos, y en la de las suertes nada. En este caso,
estoy pronto a hacer desamparo y por no ejecutarlo del todo pido que por
Vuestras Mercedes se nombren dos personas inteligentes que regulen lo que podré
pagar en el año que cumple la renta” [iii]
Pero como se puede apreciar, esto era
algo habitual entre los vecinos, porque en 1768 también tenemos otros dos
vecinos, Isidro Herradas y Joseph Pérez Alarilla, que piden que se revise las
rentas de sus suertes porque no pueden pagarlas. Ambos tenían las tierras por
debajo de Silillos. Isidro Herradas
tenía diez fanegas de trigo y Joseph Pérez Alarilla quince.
“nos
corresponde pagar doce fanegas y media de trigo por lo que nos es imposible,
respecto a lo malo que están dichos sembrados, por lo que pedimos se nos regule
lo que podemos pagar de renta por ella por dos personas que Vuestras Mercedes
nombren” [iv]
Como vemos, la petición es la misma que
la que hace Miguel de la Plaza. No pueden hacer frente al pago que deben dar de
las suertes recibidas y piden que se nombren a una especie de perito para ver
si pueden bajar el precio de la renta a pagar. Con esto se puede apreciar el recibir
una suerte era, en parte un privilegio, porque era una forma de sustento para
la familia, pero también podía ser una gran carga, porque había quien no podía
permitirse pagar el precio de tenerla.
Foto aerea de Valdetorres y sus tierras, 1956
Volviendo
al hilo inicial del texto, sabemos que Manuel Protario tampoco debió pasarlo
bien para mantener su suerte,
porque si bien es cierto que no hemos encontrado sobre él nada que nos indique
que reclamara que se revisara la renta de su tierra, si que vemos en sus
palabras, que no le era factible mantenerla.
“ contemplando
que me sería muy costoso el desmontarla y preparar la viña, determiné venderla
a Miguel García, otro vecino de esta Villa, otorgándole la correspondiente
escritura, por no hallarme con suficientes medios para hacer el plantío en ella”
[v]
En este caso, Manuel Protario, al ser
consciente de que no podía mantener y poner la viña se la vendió a otro vecino
de la Villa, Miguel García. Como vemos, cada vecino se las ideaba para poder
subsistir o quitarse un problema del medio. Al vender esta suerte, Manuel
Protario no tenía ya responsabilidades sobre ella, y a cambio, habría obtenido
un dinero derivado de su venta.
Hasta ahí todo bien. La cuestión, es que el protagonista de
esta historia, se ofende y reclama que le han quitado esa suerte. No sabemos
hasta qué punto, Manuel Protario podría reclamarla, dado que él la había
vendido. Quizá, el problema
surgiera porque las suertes no se podían vender hasta que no hubiera
pasado cierto tiempo y por lo tanto la venta que habían hecho era en cierta
manera ilegal, o porque fuera una venta apalabrada, y Manuel Protario no
hubiera recibido todo el dinero acortado por la transacción.
“ se
me ha dado noticia, por el citado comprador (Miguel García), que se me ha quitado y repartido entre
otros vecinos la citada suerte, sin más motivo que el haberme ausentado de esta
villa, estando en la de El Casar, donde me hallo trabajando para mantener a mi
familia, cultivando las tierras que en ella y su término tiene María Martínez,
mi suegra, la cual me tiene dada su casa, sin que yo haya tomado vecindad en
esta última dicha villa. Y aún cuando la hubiera tomado no debería ejecutarse la extracción de
dicha suerte, porque se me tenía dada en tiempo de vecindad” [vi]
Gracias a las palabras del afectado,
sabemos la causa por la cual se le ha quitado su suerte: irse a la Villa de El
Casar. Bien es cierto que él afirma que está trabajando en las tierras de su
suegra para poder mantener a su familia y que vive en su casa, pero que no ha
cambiado la vecindad de una villa por la otra. Por lo cual, él entiende que al
no haberse hecho vecino de El Casar y seguir siendo vecino en Valdetorres,
aunque temporalmente no esté allí, no debe quitársele su tierra. Además,
reclama que aunque hubiera cambiado de Villa, no se le debería quitar esa
suerte, porque se la dieron cuando era vecino de Valdetorres.
No
sabemos si finalmente Manuel Protario recuperó su pedazo de tierra o no, pero
lo que sí está claro es que no cumplió lo que el Concejo tenía estipulado sobre
las suertes: primero, porque aunque decía no haber tomado vecindad en El Casar,
había dejado de residir en Valdetorres, y segundo, porque había vendido su
suerte, no sabemos exactamente en qué términos, cuando realmente no podía
venderse la tierra ni a manos muertas ni antes de que hubiera pasado un plazo
establecido.
Por las palabras recogidas en esta
entrada se puede apreciar la importancia que tuvieron las suertes y su reparto
en la villa de Valdetorres.
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