¿Sabías que ...? La conducción de un preso
LA CONDUCCIÓN DE
UN PRESO
El
documento que vamos a comentar nos
relata cómo era conducido un preso desde el lugar de la detención hasta el de
la entrega a la Justicia,
que, en muchas ocasiones, estaba muy distante del primero.
El
caso tiene mucho de ejemplar, porque siguió escrupulosamente todos los trámites[1].
Ocurrió durante la Primera Guerra
Carlista, precisamente, cuando ésta se encontraba en su apogeo. La detención se
produjo en Valdenuño y se le debería trasladar hasta El Almendral, un pueblo
toledano cerca de Talavera, que era
donde tenía fijado su domicilio, aunque hubiera nacido en Valdetorres. En una
nota independiente del texto se fijaba la ruta a seguir: Valdenuño, Mesones, Valdetorres,
Fuente el Saz, San Sebastián, Fuencarral, Madrid, Alcorcón, Móstoles,
Navalcarnero, Valmojado, Santa Cruz de Retamar, Maqueda, Santa Olalla, El
Bravo, Casa de Postas, Segurilla, Pepino, La Higuera y El Almendral. Según la ruta marcada se
hallaban involucradas tres provincias: Guadalajara, Madrid y Toledo. Era un
largo camino siguiendo las carreteras de Burgos y de Extremadura.
¿Cómo
se llevaría a cabo su traslado? Dos veces hace el oficio referencia a la forma
en que se debería realizar: una, al comienzo, cuando afirma que “los tránsitos
de Justicia en Justicia por la ruta principal” y otra, un poco más adelante: “y
recogiéndose vivo de su entrega de unos en otros pueblos”. La entrega se haría,
pues, de Justicia en Justicia por todos los pueblos marcados en la ruta, por
ello se especificaba claramente en el sobre que portaban los encargados de su
custodia “A los señores de la
Justicia y Ayuntamiento del margen de este oficio”. Había, no
obstante, una importantísima condición para hacerse cargo del preso, que
estuviera vivo. Se preveía, pues, la
contingencia de que se muriera por el camino o en algún pueblo del tránsito, en
cuyo caso habría que enterrarlo en el pueblo en cuyo término se produjera el
fallecimiento, con la obligación de comunicarlo al pueblo de destino.
Con
la Justicia
iban algunos vecinos, dependiendo su número de la peligrosidad del preso. Era
algo que se hacía como prestación personal al Ayuntamiento y siguiendo un turno
entre los vecinos. Las entregas deberían hacerse dentro de los pueblos no en el
límite de los términos. Resultaba sumamente gravoso, porque a veces tenían que
correr también con la comida y descanso del preso mientras permanecía en el
pueblo.
Esta
observación le da sentido a la nota que
puso en el oficio el alcalde de Mesones. Dice que admitió al preso a pesar “de
la falta de cumplimiento de la
Justicia de Valdenuño”. Lo más seguro es que omitiera la
obligación de darle comida y hospedaje, lo cual puso al alcalde de Mesones en
el trance de devolverlo a Valdenuño, lo cual hubiera ocasionado que el preso
hubiera llegado a su destino sufriendo muchas molestias y un notable retraso.
Sobre
el preso se nos dan escasas noticias. En principio, debería ser conducido hasta
Valdetorres de Jarama, “pueblo que dice es el de su naturaleza”, aunque la ruta
marcada para llegar a El Almendral se nos advierta de que ese último era el de
su residencia. Se llamaba Fernando Pérez, habiendo sido la causa de su
detención “por haberle hallado sin documento de Policía que garantice su
persona, con arreglo al cumplimiento de las órdenes que nos tienen comunicadas
por el Gefe Político de la
Provincia”.
Es
decir que la causa de la detención había sido carecer de pasaporte para el
interior o del pase de las ocho leguas. Viajaba indocumentado y su detención
respondía a un problema administrativo: no se podía establecer su identidad.
Por eso las órdenes que habilitaban su detención las daba el Jefe Político, es
decir el equivalente al Delegado del Gobierno actual. Hay que tener muy en
cuenta las circunstancias de la guerra en las que se produjo su detención,
porque, con ella, lo más probable es que se tratara de evitar que siguiera
viajando hacia el Norte y se uniera a las tropas carlistas.
La
única forma de identificarle sin que quedara ninguna duda sobre su identidad
era la de llevarle a su pueblo de origen, Valdetorres en este caso o al de su
domicilio, El Almendral. Lo extraño en este caso concreto es que no se le
pusiera en libertad en Valdetorres y se continuara su conducción hasta el
Almendral, que estaba muy distante, asumiendo los costes y las molestias que
ocasionaba el traslado. Podrían concurrir dos motivos: uno, que en realidad, no
fuera de Valdetorres, como afirmaba, y segundo, que hubiera otras causas que
motivaran su detención además de las expuestas y no se reflejaran en el oficio.
Sea
como fuere, todos los pueblos rehuían en la medida de sus posibilidades cumplir
con estas obligaciones para con los presos, porque se convertían en unas cargas
muy pesadas de soportar al tener que turnarse, como hemos dicho más arriba,
para custodiarles, darles de comer y conducirlos al pueblo que le señalaran en
la ruta.
Obras del Pontón de la Oliva en la que aparecen los presos que la llevaron a cabo.
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