"LA GLORIOSA" EN VALDETORRES DE JARAMA
Publicamos en esta entrada la primera parte del texto de la conferencia "La Gloriosa" en Valdetorres de Jarama que nos ofreció Martín Turrado Vidal, cronista de nuesta localidad, el 22 de diciembre del pasado año.
SUMARIO
1.-
Introducción
2.-
La Gloriosa
en los pueblos: a remolque de las ciudades.
3.- Los hechos “revolucionarios”
3.1.- Las vicisitudes de la
nueva Junta Revolucionaria
3.2.- A la tercera no va la
vencida…
3.3.- El nuevo Ayuntamiento
4.- De impuesto a impuesto
4.1. El acta del 12 de
septiembre
4.2. El impuesto personal
5.-
Actuaciones de la Junta
5.1. Reparto de pan, carne y vino
5.2.- Problemas económicos
5.3.- Las consecuencias de la
desamortización de 1858
6.-
Conclusiones.
1.-
Introducción
La Gloriosa es, seguramente, uno de los
episodios más célebres de la historia de España. Como es bien sabido, fue
protagonizado por los militares y a cuyo frente estuvieron los generales Prim,
Serrano y almirante Topete. Se sublevaron en Cádiz el día 18 de septiembre de
1868 con la intención de destronar a Isabel II al grito de ¡Abajo los Borbones!
Los acontecimientos de precitaron y amontonaron en un corto espacio de tiempo.
Derrotado el ejército leal a Isabel II en la llamada batalla del Puente de
Alcolea, en las inmediaciones de Córdoba, el día 28, la suerte de la reina
quedaba echada. El 29 se instalaron en paralelo dos juntas revolucionarias en
Madrid, presidida una por Nicolás María Rivero y siendo miembros destacados de
la otra Madoz, Muñiz y Figuerola. El 30 Isabel II pasaba el Bidasoa y comenzaba
su exilio en Francia.
El día 5 de octubre
se unificaron las dos Juntas Revolucionarias de Madrid y la nueva se llamó
Junta Superior de Gobierno. El día 7 de octubre se formó el gobierno
provisional con un nuevo Consejo de Ministros, que no logró que las Juntas se
disolvieran, porque se apoyaban en una fuerza ciudadana de milicias: Los
Voluntarios de la Libertad. El
gobierno se vio obligado a “reorganizar” el 17 de octubre estas fuerzas como
primer paso para disolverlas. A los miembros de las Juntas se les fue
integrando en Ayuntamiento hasta que se logró que desaparecieran.
Debe tenerse muy en
cuenta esta sucinta cronología, porque el período propiamente revolucionario
que vamos a estudiar en Valdetorres es sumamente corto y sufre una influencia
indudable de lo que va ocurriendo en Madrid capital. Este período va desde la
constitución de la Junta Revolucionaria
el 7 de octubre de 1868 hasta el 30 de noviembre con las primeras actuaciones
del Ayuntamiento provisional, que se erigió, como veremos, el 20 de octubre. Se
trata, pues, de un período de dos meses.
Unas pocas actas son
la fuente principal y casi única para estudiar este corto período de tiempo que
va desde octubre a noviembre, fecha en
que actuó la Junta Local
y echó a andar el nuevo Ayuntamiento. Están redactadas con bastante claridad,
pero su estado de conservación es muy deficiente, a pesar de lo cual se han
podido transcribir con bastante fidelidad en su inmensa mayor parte. Esto nos
permite seguir lo dicho en ellas como la mejor guía para intentar describir lo
que pasó[1].
2.- :
La Gloriosa
en los pueblos: a remolque de las grandes ciudades,
Los pueblos pequeños
solían quedar muy al margen de estos acontecimientos, porque las noticias,
mezcladas con toda clase de rumores absurdos, llegaban a ellos tarde y mal. No
reaccionaban ni a favor ni en contra de los insurgentes, ni en este caso,
en que la suerte se decidió por uno de los dos bandos en la
batalla de Alcolea. Los pueblos de la provincia de Madrid esperaron para
hacerlo a que se instalara en la capital la Junta Revolucionaria
y muchos se lo tomaron con parsimonia, como fue el caso de Valdetorres e
hicieron las cosas a su manera, como vamos a tener la ocasión de comprobar.
Valdetorres no
constituyó una excepción El antiguo Ayuntamiento siguió en su puesto
pacíficamente hasta el día 11 de octubre, casi medio mes después de haberse
constituido la Junta Revolucionaria
en Madrid. Es decir esperó a que se aclarase del todo la situación en Madrid,
donde debe recordarse que se instalaron dos Juntas Revolucioanrias
simultáneamente, que no lograron unificarse hasta el día y la resultante no se
había disuelto con la formación del nuevo gobierno el día 7.
Es este el mayor problema que encontramos a la
hora de analizar las actas: la onda expansiva revolucionaria se fue perdiendo a
medida que se alejaba de la capital. La poca trascendencia de los asuntos
tratados y el incumplimiento de las directrices del gobierno revolucionario
junto con los gravísimos problemas para formar la Junta Revolucionaria
Local fueron otros tantos síntomas de que la revolución llegó de forma un tanto
forzada al pueblo. En cuanto a las directrices, una cosa era dictarlas y otra
muy distinta, llevarlas a la práctica, por lo cual resultó que muchas
resultaron imposibles de cumplimentar, con la ventaja de que en Valdetorres
sabemos por qué ocurrió así.
3. Los hechos “revolucionarios”
Se nos informa el 22
de septiembre del cambio de Secretario del Ayuntamiento. Fue un hecho sin mayor
importancia porque el titular, D. Evaristo Martín, presentó la dimisión. Más
adelante veremos cómo fue nombrado repartidor del impuesto personal. Le
sustituyó D. Nicolás Torres Rubio, siendo naturalmente “persona que reúne las
condiciones establecidas para el conferimiento de tal cargo”. Fue el quien
redactó las actas del período revolucionario.
Mayor importancia
tuvo la reunión del día 11 de octubre. Habían pasado ya bastantes días del
triunfo de la revolución y a Valdetorres no había llegado aún su onda
expansiva. Seguía el Ayuntamiento isabelino funcionando normalmente hasta que
se produjeron las circunstancias que propiciaron su relevo.
Como en los momentos
clave, sean las actas de las sesiones las que nos informen:
“Con objeto de constituirse en
sesión para celebrar las miras del Gobierno, o sea, de la Junta Superior
Revolucionaria y proceder al nombramiento de los que en esta villa han de
representar a la nación”.
Tres
acotaciones cabe hacer a este pequeño párrafo del acta.
La primera, que se
constituyeron en sesión. Sin embargo esa onda expansiva debió ser mínima porque
al pie del acta firmaron todos los que se constituyeron en sesión. Cobra
importancia capital el recuento de las firmas para saber qué cantidad de
vecinos simpatizaban con la nueva situación. He contado dieciocho firmas. Es
decir que los electores de la nueva junta compuesta por siete miembros fueron
únicamente 18 vecinos.
La segunda, que la
decisión de cambiar los componentes del Ayuntamiento no se tomó en el pueblo.
Se reunieron para celebrar “las miras del gobierno”. Tradúzcase: al Gobierno
veía con malos ojos que continuara gobernando pueblo un Ayuntamiento
prerrevolucionario como si en España no hubiera pasado nada. Sin embargo, lo de
gobierno resulta equívoco: no podemos saber si fue la Junta Superior de Gobierno de
Madrid, que no estaba disuelta o fue el Consejo de Ministros, el gobierno a
secas, quien dio la orden de formar la Junta
Local. Tampoco importa mucho: fuera quien fuera el que dio la
orden no modifica en nada lo principal de este aserto: que la iniciativa no
partió en ningún caso del pueblo.
La tercera, Resulta
un tanto presuntuosa y rimbombante a luz de lo que llevamos expuesto “proceder
al nombramiento de los que en esta villa han de representar a la Nación” No podía ser de
otra forma que como lo hemos calificado, teniendo en cuenta que a Valdetorres como
pueblo de unos mil habitantes no podía sentirse representado en esos diez y
ocho vecinos, por muy representativos que estos se creyeran.
La Junta Revolucionaria designada por aclamación fue la
siguiente:
La Junta
Revolucionaria que designaron en aquella reunión estaba
compuesta por los siguientes individuos:
Presidente: D. Pablo Acevedo
2º Vocal: D. Eulogio Hernández
3º Vocal: Sebastián Martínez
4º Vocal: D. Víctor García
5º Vocal: D. Juan Acevedo
6º Vocal: Julián González
Secretario: D. Nicolás Torres
En este punto se debió interrumpir la sesión unos momentos más o menos
largos, pues el acta refleja que “concluida que ha sido esta operación con la
solemnidad que requieren las actuales circunstancias, adictos todos al Gobierno
Provisional, después de varias aclamaciones a ¡Viva el pueblo! ¡Viva la
libertad! ¡Viva la
Junta Superior Revolucionaria!...”. Todo esto estaba
protagonizado –no se olvide- por un pequeño grupo de personas, las dieciocho
que asistieron a esta reunión.
Faltaban dos requisitos para que los
nombrados pudieran actuar: la aceptación de los cargos por los nombrados y la
remisión de estos nombramientos a la Junta Central Revolucionaria para su aprobación.
El primero se pudo cumplir sin mayores problemas porque todos los nombrados estaban
presentes, pero el segundo sufrió numerosas vicisitudes como vamos a ver a
continuación.
Se acordó, como una medida lógica,
“ponerlo en conocimiento del exAyuntamiento para que este entregue su
jurisdicción”, en el que no se encontró ni el más mínimo asomo de oposición.
3.1.- Las vicisitudes de la nueva Junta
Revolucionaria
Solamente dos días después de
constituida esta Junta, el día 13 de octubre, se reunieron de nuevo en sesión
para debatir un único punto en el orden del día muy chocante en principio:
renovar la Junta
Revolucionaria elegida el día 11. En esta ocasión no podemos
saber cuántos vecinos asistieron a esa reunión, porque solamente firmaron el
acta los cargos elegidos.
¿Qué había sucedido durante estos
dos días de octubre? Las razones que se exponen el acta son un tanto oscuras: “El Señor presidente manifestó que no
siéndole posible ejercer estas funciones por conceptuar entre los Señores de la Junta otro individuo más
digno y acreedor para desempeñar con más desembarazo cuantas dificultades
puedan surgir, ínterin se resuelve por el Gobierno Nacional que hoy nos dirige,
la nueva elección de concejales, protesta
el cargo, pudiendo iluminar otra persona del seno de esta Junta”.
Da a entender que entre los miembros
de la Junta
elegida corrió el descontento hacia el presidente de la misma porque algunos
pensaban que no iba a estar a la altura de las nuevas circunstancias. Por ello, actuando con mucha lógica, presentó
su dimisión D. Pablo Acevedo. El
desconcierto se produce al seguir leyendo el acta, porque, habiendo procedido a
la votación de la nueva Junta resultó que fueron expulsados de ella los que no
estaban de acuerdo con el presidente, ya que quedó constituida de la siguiente
forma:
Presidente: D. Pablo
Acevedo
Vocal 2º: D. Juan
Acevedo
Vocal 3º D. Julián Zarza
Vocal 3º: D. Benito
Arroyo
Vocal 4º: D. Víctor
Acevedo
Vocal 5º: D. Pablo
Acevedo
Vocal 6º: D. Julián
González
Vocal 7º: D. Víctor
García.
El secretario tuvo un lapsus, porque
aparece un nombre claramente tachado como presidente: Dámaso Martín, que era el
alcalde isabelino. Hubiera sido curioso que se hubiera presentado como
candidato a la elección para la Junta Revolucionaria, pero no hubiera sido
demasiado raro, ya que en la esa nueva Junta figuraban dos concejales del
ayuntamiento defenestrado: Juan Acevedo, como vocal 2º y Benito Arroyo, como
vocal 3º.
De la anterior junta permanecieron
en sus puestos, cambiados de orden como vocales, Víctor García y Juan Acevedo,
y salieron de ella: Eulogio Hernández y Silvestre Martín. Entraron como
“nuevos” Julián Zarza y Benito Arroyo. En cuanto a Pablo Acevedo no sabemos con
certeza si se trataba de dos individuos distintos con el mismo nombre, Pablo
era muy común, o si estamos ante un error del secretario. Esta composición nos
permite deducir quiénes eran esos vocales que no consideraban apto para
desempeñar su cargo a Pablo Acevedo. No eran otros que los dos expulsados de la
nueva Junta.
Como en la sesión anterior, los
elegidos aceptaron sus cargos y acordaron remitir copia del acta al Gobernador
civil para la aprobación de los elegidos.
3.2.- A la tercera no va la
vencida…
El
Gobernador civil lejos de aprobar la constitución de esa nueva Junta ordenó que
se procediera a nueva elección de sus componentes. ¿Qué había sucedido? Que los
nombramientos efectuados el día 13 de octubre no se ajustaban a una circular
del Gobernador civil del día 13 de ese mismo mes, inserta el Boletín Oficial de
la Provincia
del día 16. Se hizo necesaria una nueva
sesión de la
Junta Revolucionaria el día 19 para subsanar estas
deficiencias.
Dicha circular había sido firmada
por Práxedes Mateo Sagasti, el Ministro de la Gobernación en el
gobierno revolucionario. Se trata de dar en ella unas normas a las que tendrían
que atenerse para que no obraran según su leal saber y entender y para poner en
orden en lo que ya se había hecho, que había generado una confusión notable, ya
que “en algunos puntos de España, las
Juntas han nombrado Ayuntamientos y Diputaciones, en otros no existen esas
tutelares Corporaciones”[2] .
La disposición primera, ya veremos
más abajo cómo fue interpretada en Valdetorres, ya que fue la generó la
renovación de la última Junta. Decía:
“Primera. Las Juntas Locales y las de capitales de
provincia, que no hayan nombrado los Ayuntamientos y Diputaciones provinciales
que hayan de sustituir a las Corporaciones de aquel carácter que existían el 18
de septiembre último, procederán a hacer esos nombramientos de manera que estén
terminados para el 20 del corriente mes”[3]
La cuestión, en cuanto afectaba a
Valdetorres, quedaba descrita así: “Mas
comoquiera que después de constituida la Junta presentaron su
dimisión algunos de los vocales nombrados, sustituyendo a estos con individuos
del Ayuntamiento que existía en 18 de septiembre último, circunstancia que
reprueba la circular de 13 del actual en atención a que debió quedar derogado
por completo de todos sus individuos”.
Según el acta de
la sesión anterior el que llegó a la reunión de la Junta con la dimisión
preparada fue el presidente. Se pretendía nombrar, en principio, a uno nuevo,
pero como hemos reseñado, la jugada les salió mal y fueron expulsados los descontentos, siendo
sustituidos por otros dos: Julián Zarza y Benito Arroyo, que habían sido
concejales en el ayuntamiento isabelino. Esto era lo que estaba en el fondo de
la cuestión suscitada ahora por la circular del Gobernador y lo que dio origen
en menos de siete días a la constitución de la tercera Junta, que como se podrá
comprobar, tampoco va a coincidir con el nuevo Ayuntamiento.
Hecha la correspondiente votación salieron elegidos como nuevos vocales:
D. Eugenio Luna y D. Clemente Martín, quienes aceptaron los cargos a continuación.
La circular les obligaba a actuar con cierta prisa, pues debería “quedar constituido el nuevo
ayuntamiento con la premura que ordena la expresada circular”. Pero primero
tenían que hacer la elección de los nuevos vocales y después constituir el
ayuntamiento. Y así lo hicieron ya veremos cómo.
3.3.-El nuevo ayuntamiento
La circular del día 13 siguió dando bastante juego. Al día siguiente de
haber nombrado a los nuevos vocales de la Junta, se reunió ésta para elegir el nuevo
Ayuntamiento, que, al menos en teoría, debería haber tenido la misma
composición de la última Junta nombrada. Al leer cuál fueron los miembros que
lo componían vemos que no fue así. Víctor Acevedo y Julián González
desaparecieron de esa lista sin explicación alguna y, apareció como miembro
nuevo Clemente Martín.
Este ayuntamiento elegido el día 7 de noviembre se mantuvo en el cargo
durante algún tiempo. Las actas ya no vuelven a hacer mención de más cambios
dentro de la corporación municipal. Resulta complicado de entender y de
justificar por qué se mantuvieron tan poco tiempo –algunos vocales solamente un
día- en sus puestos.
[1] Se
conservan estas actas en la Caja
52, Expediente nº 3, del Archivo Histórico de Valdetorres de Jarama. Todas las
citas que a continuación se hacen de
ellas tienen esta referencia, por lo cual no la vamos a repetir en cada una de
ellas. Únicamente se citará a pie de
página otras citas que se hacen de otros documentos o de otras referencias
bibliográficas.
[2] “ Disposiciones adoptadas
y publicadas por el Ministerio de la Gobernación desde 9 de octubre de 1868 hasta la
apertura de las Cortes Constituyentes”. Madrid, Imprenta de los Señores de
Rojas. 1969. La cita corresponde a la página 12.
[3] Ibídem, página 12
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