¿Sabías que ...? Cómo se buscaba una vaca perdida
Cómo se buscaba una vaca perdida en el siglo XIX
Entre la correspondencia recibida por el Ayuntamiento se guardan muchos
oficios de otros pueblos, normalmente colindantes o cercanos, en los que se
alertaba de la pérdida o robo de algún animal: ovejas, caballos, burros, mulos
y, como en el caso de que nos vamos a ocupar, de una vaca.
Estos oficios suelen ser
escritos siguiendo un mismo modelo: en el margen izquierdo se relacionan los
pueblos a los que se va a enviar (Pedrezuela; El Molar; Valdetorres, Talamanca
y El Vellón) y debajo las señales físicas de la vaca, en este caso: “pelo negro
con raya parda en el lomo, con una cencerrilla collar de correa”.En el cuerpo
del escrito se daban los datos del propietario o propietaria y se ordenaba que
se hicieran las diligencias oportunas para buscarla. En el caso de que
resultaran positivas, se debería entregar tanto “al llevador de ella” como la
vaca al portador del oficio y se le debería auxiliar para que pudieran ser
entregados “con total seguridad” en el pueblo que les reclamaba. Si la vaca se
hubiera extraviado, se le entregaría al portador del oficio, una vez que
hubiera satisfecho los gastos ocasionados.
En el suceso que estamos
comentando, la vaca pertenecía a Andrea Márquez, vecina de Guadalix. La fecha
del oficio: el 6 de marzo de 1852[1][1][1].
Una descripción minuciosa o
muy detallada de las señales físicas de la vaca era la única forma para poder
buscarla, ya que no existía la fotografía. La que se ofrece en este oficio es
demasiado general, vaga e imprecisa. Basándose en ella, resultaría sumamente
dificultoso determinar con poco margen de error la identidad de la vaca
buscada, ya que habría muchas iguales. Esto dificultaba muchísimo la
realización de “las diligencias” ordenadas.
Esta era la misma razón por
la que se mandaba incluir en los pasaportes para el interior la descripción de
las caballerías que llevaba consigo el viajero. Como los asaltos para robarles
sus caballerías eran cosa frecuente y normal, los datos contenidos en esos
pasaportes constituían las pruebas de que los llevaban y la difusión de sus
descripciones, la única forma de poderlos buscar y, en ocasiones de
encontrarlos.
[1][1][1]
Este oficio se guarda en la Caja 116 en el
Expediente 58 del Archivo Histórico de Valdetorres de Jarama.
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