VALDETORRES DA LA HORA

En una entrada anterior tratamos de forma muy breve sobre la construcción de la Iglesia y más concretamente de la torre de la misma. (Puedes consultarlo pinchando aquí). 

En este caso vamos a tratar un tema muy relacionado con las diversas modificaciones que se han ido realizando sobre la fábrica de nuestra iglesia centrándonos en uno de los elementos característicos de la torre: el reloj.


Los datos con los que se ha elaborado esta entrada constan todos en un único expediente (Exp. 45 - Caja 50) que recoje de forma exhaustiva y con todo lujo de detalles (y con una letra muy clara, lo que es muy de agradecer) la forma en la que Valdetorres adquirió este primer reloj.

Corría el año de 1796 cuando por fin el pueblo contó con un reloj que, colocado en lo alto de la torre pudiera dar servicio a todos los vecinos. Hasta ese momento lo habitual sería guiarse por el curso del sol ya que el disponer de un reloj en casa en esta época sería un lujo que no podían permitirse los habitantes de Valdetorres.

Es difícil hoy en día hacerse a la idea de las dificultades que podía suponer no tener una forma de saber la hora en la que se vive. Evidentemente sólo con mirar al cielo en bastantes ocasiones es fácil saber la hora aproximada; a  este método estarían bastante acostumbrados los vecinos de Valdetorres.

Aunque desde tiempos inmemoriales se había vivido sin relojes, rigiéndose las jornadas por el sol, los aires de modernidad y progreso que trae el ilustrado siglo XVIII también se dejan notar en muchos aspectos de la vida cotidiana de los pueblos. Es el caso de la necesidad de contar con un reloj que ponen de manifiesto los vecinos reunidos en Concejo Público el 29 de mayo de 1796 que deciden:

"poner un reloj del que siempre se ha carecido con notorio perjuicio  del vecindario y muy conducente a todos, mayormente en la estaciones de simienza y recolección de frutos en que se lleva la costumbre de salir las yuntas mucho antes de amanecer, y que estando las noches como costumbre sucede en la simienza obscuras y anubladas no puden conjeturarse competentes horas para la salida y por consiguente no pueden hacer estas hasta manifestarse la claridad del día, perdiendo por dicha razón algunas horas de arar"

 Por tanto, los agricultores serían los más interesados en tener un reloj, puesto que les proporciona la seguridad de que no se les pasará la hora de empezar a sembrar en invierno, pero no es ésta la única ventaja de contar con un reloj:

"no siendo menor consideración la falta de reloj en los tiempos que hay enfermos con la previsión de darles las medicinas y alimientos a oras señaladas"

De esta forma, todo el pueblo, y no sólo los agricultores es beneficiarían del reloj.



En este concejo todos los vecinos asistentes se muestran de acuerdo en el importante beneficio que el reloj sería para el pueblo y en empezar las diligencias para adquirir uno.
Antes de centrarnos en la forma en la que se negoció la compra del reloj, hacemos un alto para plantear una pregunta importante. ¿De dónde sacaron los vecinos de Valdetorres el dinero necesario para adquirir el reloj?

La respuesta nos la da el mismo expediente, ya que el primer documento que lo compone es una relación del trigo del que dispone el pósito fundado por Melchor de Torres (podéis encontrar más información sobre este tema en el artículo publicado por Martín Turrado en el Número 1 de Cuadernos de Historia de Valdetorres).
Los alcaldes ordinarios Manuel Azevedo y Juán Antón Ramos y el procurador Diego García ponen de manifiesto que:

" se arbitrió estar dicho trigo lleno de palomilla y mucha parte de gorgojo (...) acordaron venderlo al precio más cómodo (...) se solicitó su venta con unos arrieros de Algete, los que común y diariamente vienen a comprar trigo a este pueblo, a precio de cincuenta y un reales la fanega"
El beneficio de esta venta (4.717 reales) se guarda, como también se hacía con los documentos que producía el Concejo de la villa ya en el siglo XVI, en un arca de tres llaves, que se reparten entre Miguel García, que será  el vecino que custodiará el arca en su casa, el juez y el escribano.
A partir de este beneficio que va dando la venta del trigo del pósito de Melchor de Torres y que se va guardando en la susodicha arca, se empieza a plantear  la posibilidad de invertir ese dinero en la compra de un reloj, estas intenciones se ponen negro sobre blanco el 14 abril de 1796, un mes antes de que se celebre el concejo público en el que los vecinos aprobarán la compra del reloj.

"Josef Nieto y Dionisio Acevedo, alcaldes ordinarios dijeron que en varias juntas particulares han tratado de poner en la torre de esta villa un reloj nuevo por la suma falta que hace a los labradores aplicando para su coste el producto del trigo vendido del pósito que a beneficio de ellos fundó el licenciado Melchor de Torres"

Al uso del trigo para este fin también da su aprobación Pedro Rojo , cura propio de la parroquia de Valdetorres, al que se convoca al concejo del 29 de mayo, como parte interesada en el asunto, dado que el reloj se va a instalar en la torre de la iglesia.

Una vez todos de acuerdo y sabiendo de donde sacar el dinero, solamente falta iniciar las diligencias para adquirir el reloj.

De esta forma se dirigen a Madrid para tratar de la compra. El elegido para el negocio será el relojero  Ramón Durán. Puede decirse que buscaron de lo bueno lo mejor, puesto que se trataba de uno de los relojeros más reconocidos de la villa y corte. 
Por estas fechas, Ramón Durán, se había encargado ya de la fabricación de los relojes de las Catedrales de Oviedo (1787) y León (1788). Más cercanos, firmó también los del Convento de San Gil (1784) y el del Convento de San Bernardino, ambos en Madrid capital.
Este último convento fué  fundado por Francisco de Garnica en 1572 y probablemente en esta época seguía vinculado a sus sucesores, los Granada de Ega (así se da a entender en un artículo de 1908 aparecido en la revista Blanco y Negro).
Quizás de ahí viniera el conocimiento de este relojero en Valdetorres, puesto que los Granada de Ega seguían vinculados a la villa y es posible que fueran ellos quien hicieran llegar informes del relojero a las autoridades municipales.

En todo caso, ya tenemos a los enviados del concejo en tratos con el afamado relojero, quien una vez que los emisarios plantean lo que necesitan, les ofrece:

"un reloj hecho nuevo de horas y medias horas, de péndula real, de los de nueva innovación, de los mejores que se hacen en España" "de una vara escasa en postura horizontal, sus cuerdas de latón como los que se hacen en Londres, excepto la de dar cuerda que sera de hierro, torneadas todas a punta de buril y abiertos los dientes en máquina, dándole cuerda con poco trabajo"

Quizás el relojero no debió ver muy convencidos a los de Valdetorres ya que añade:

"que se podrían informar de otros dos relojes de la misma hechura y modelo que había puesto, el uno en Fuentidueña de Tajo y el otro en Villarejo de Salvanés"


Fuentidueña de Tajo
Catedral de Oviedo
Catedral de León


  

Con estas informaciones a los del Concejo les falta tiempo para enviar una misión de reconocimiento a Villajero de Salvanés para informarse de cómo les iba en ese pueblo con el reloj que les había aparejado Ramón Durán.

"con cuyo motivo, para mejor instrucción se envío un propio a dicho Villarejo con carta a sujeto de amistad y de la primera clase a aquel pueblo a fin de que informase del reloj que habían puesto, sus circunstancias, corte y maestro"

la misión del propio debió ser un poco peculiar puesto que también se dice que se haga "con todo disimulo", lo que dependería de la discrección del enviado al hacer las preguntas. Es probable que el mejor sitio para hacer su averiguación fuera la taberna, pero no deja de ser una conjetura.
Al secreto de la misión tenemos que sumarle el tiempo que llevaría recorrer la distancia de aproximadamente 80 km que separa Valdetorres de Villarejo de Salvanés (el servicio de correo en diligencia, que se consideraba rápido recorría unos 42 kilómetros en 8 horas). Es una pena que no se hayan recogido los datos de este viaje en alguno de los expedientes del archivo.
 Una vez informados satisfactoriamente del funcionamente del reloj de Villarejo de Salvanés se cierra la compra con el relojero, siendo el siguiente paso la instalación propiamente dicha en la torre de la Iglesia para la que envío a sus operarios, que según algunos detalles indicados en el documento, parecer ser que eran italianos.

Sin embargo, faltaba sortear un último contratiempo, ya que al parecer, y de forma imprevista, el concejo cambia de opinión sobre donde se va a colocar el reloj; decidiendose que sea en la fachada que da a la plaza, lo que nos indica , que aunque esta sea la ubicación a la que todos estamos acostumbrados no fué la primera opción:

"se ajustó el coste de las circunstancias que constan en la escriptura anterior con Don Ramón Durán en diez mil reales a que aumentó noventa del viaje que hizo llamado con motivo de haber mudado de parecer para la fachada de la esfera y que cayese de la fachada de la plaza y quinientos reales el aumento que tuvo que hacer de ocho cuerdas"

Cambio que provocó por tanto el que tuviera que acudir el maestro relojero en persona y que además supuso un incremento de los costes del reloj, que definitivamente quedaron de esta forma, tal y como nos detalla este exhaustivo expediente:

Coste del reloj incluyendo las modificaciones en su hechura por cambiar la ubicación a la fachada de la Plaza, además de los gastos de la venida del relojero, Ramón Durán -  10.590

Corte de la varilla de hierro que hubo que añadir para alcanzar a la muestra - 12

Cuatro tablas de pino de a nueve que se trajeron de la Cartuja de Talamanca para el cajón por donde suben las varillas, incluso cuatro portes de la caballería para traerlas - 40

A Vitorio Moreno por dos viajes que hizo por ellas -  6

A los italianos que pintaron la torre , por la esfera que hicieron en dicha fachada de la plaza para señalar las oras y medias - 160

De dos varas de lienzo y un garrote que dichos italianos trajeron de Madrid para poner sobre el reloj a fin de evitar cayese polvo sobre él - 28,8

A Lorenzo Ramos por  haber ido de propio a llamar al relojero a Madrid para que diese salida a la muda de la esfera a la fachada donde se puso - 16

Dos tablas para el bonete -  10

Tres cerraduras pequeñitas con sus llaves que se trajeron de Madrid para sentar en las tres ventanillas que tiene el cajón en que está la varilla y ruedas que rigen a la esfera - 22

Al herrero Matías del Real por asegurar la campana donde da el mazo - 10

Al dicho de arreglar las pesas y emplomarlas - 16

Al dicho de unos clavos para clavar en los ladrillos - 12

Del corte de las cuerdas maromeras para las pesas -  42

A Fermín Acevedo del alquiler de una pollina  para traer unos materiales - 6

Gastos del relojero en comida durante el tiempo que se ocupó en esta villa en sentar el reloj hasta dejarle arreglado  y la esfera en que invirtió catorce días - 140

Al sacristán Juan Rodrigo por dichos días que se ocupó en ayudar al relojero del armamento del reloj - 30

De los derechos del estado por el acuerdo, escriptura y consignar en papel sellado - 120

El total hasta aquí serían 11.260 reales y 8 maravedíes. Sin embargo los gastos no terminan aquí, puesto que también fue necesario construir un cuarto en la torre para cobijar toda la maquinaria del reloj. De esta cuarto eambién está recogida la relación de todos sus costes, que ascienden a 930 reales

El balance final que nos ofrece el eficiente escribano sería éste:

Coste del reloj – 11.260,8
Coste del cuarto –   930,20

Coste total – 12.190,28

Importe del trigo vendido – 11.574

Descubierto – 616,28



Aquí ya si que tenemos instalado por fin el reloj en la fachada de la torre que da a la plaza, para uso y disfrute de todos los vecinos.

El relojero Ramón Durán dejo por escrito también las instrucciones técnicas que tenían que seguirse para el mantenimiento y uso del reloj, con el título "Método que deja Don Ramón Durán para el gobierno y régimen que se debe llevar con el reloj que se ha puesto en la torre de esta villa este año de 1796". Este documento constituye la última parte de este interesante y detallado expediente.

Evidentemente este reloj no es el que ha llegado a nuestros días ya que en el archivo existen otra serie de expedientes en los que se mencionan la compra, de al menos otro reloj. De este segundo reloj se empieza a plantear su comprar alrededor de 1889, por lo que el que ha centrado está entrada posiblemente durará más de cien años.




















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